ARDAMOS


Anoche me volvió a costar dormirme. Tenía esa idea comiéndome la cabeza una y otra vez. La idea que no se manifestaba claramente pero que sentía muy mía. Anoche apagué la luz porque no la encontraba, no te encontraba. Me acurruqué en mis blancas sábanas y decidí centrarme en mantener mis pies calientes. Pero el silencio abrumador y la idea que decidía no manifestarse me perseguían. Anoche me abracé al cojín y cerré los ojos. El cansancio ya era mi reino y entonces, cuando estaba todo perdido, escuché esa voz susurrarme la palabra prohibida: 

Ardamos

Tatué sobre mi piel aquello que costó de conseguir y aquí me encuentro: entre las sombras y el silencio del que fui presa conversando con mis pretensiones y mis miedos. A lo lejos divisé los textos descontrolados que ya no caben en esa carpeta, y recordé como era sólo confiar en mí. Luego me di cuenta de que, por mucho que lo intente, siempre habrá cosas que camufle entre las palabras que nadie nunca entenderá, esas cosas que me esfuerzo en mantener bajo llave aunque las publique como vía de escape. Un año después de la pérdida de alguien, decidí volver a creer que mis palabras tenían valor. Retomé este proyecto que hace tantos años empecé y tan diferente es ahora de aquello que nació. Empezó una nueva etapa de mi vida porque no me atrevía a decir mirando a los ojos que quería, por miedo. Siempre todo acaba siendo por miedo. Pero me he cansado de todo esto, y ahora que vuelvo a creer en mi voz seré clara. 

Ardamos

Contemos nuestros recuerdos. Contemos el café que se derramó por la mesa. Recordemos aquel viaje que nos puso la piel de gallina. Emocionemonos con los fuegos artificiales que nadaron entre el oscuro mar de estrellas. Pero sobretodo contemos nuestra verdadera historia a quien merece escucharla. Hermana, no tengas miedo. Saca de dentro aquella noche en que todo se fue al traste. Cuenta aquel despertar terrorífico del que solo has hablado con las mismas personas que dedos tiene una mano. Cuenta los flashes que te mostraban su crueldad con tu cuerpo y rompían todo ápice de amor propio. Cuenta, llora y siente. Pero no dejes que todo se olvide, no seas una más que se escondió para quitarle importancia al delito y así, poder sobrevivir. 

Ardamos

Hagamos las cosas con la pasión más inefable. De eso hablo: del llanto y el grito que nace de lo más profundo y que es tan fuerte como las llamas de tu fuego. Gritemos que la vida sin apasionarse por lo que haces no tiene sentido. Lloremos sin tabúes: porque lo necesitamos o queremos hacerlo. No hace falta estar triste o reír hasta ahogarse para soltar una lágrima. Sonriamos porque nos sentimos felices. Cantemos a la vida porque solo tenemos una, y los días quejándose son cortos porque nos cansamos antes. Reivindiquemos. Denunciemos los delitos, las injusticias y la violencia que nos achaca. Lucha con el ímpetu imparable de las llamas por lo que quieres y obtendrás cambios, pero no abandones aquello en lo que crees y quieres por cansancio o resignación, pues solo conseguirás  eso mismo: cansarte y resignarte aún más. 

Ardamos

Seamos fuego entre el mundo que nos oprime y las sábanas que siempre nos sobraron. Seamos fuego que todo lo consume y fénix que renace de las llamas: más fuertes que nunca. No tengamos miedo a admitir nuestros deseos pues nadie los cumplirá si no damos nosotros el primer paso. Seamos eso: pasión e inteligencia. Rompamos la barrera del silencio que no puede callarnos más. Conversemos más y no esperemos que lo hagan por nosotras. Pues el poder y el cambio solo está en nuestras manos.

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