A TI

A ti que vives en mi casa. A ti que se te ilumina la mirada al hablar de aquello que te apasiona. A ti que me das la confianza e ironía que necesito. A ti que te engancha lo que escribo. A ti que me das la bienvenida los domingos con nuestras charlas. A ti que me mareas porque pico rápido. A ti que me abrazas cada vez que me ves. A ti con quien por una bombilla acabo hablando de lo que realmente importa... A vosotros. A quienes nunca pensé que conocería, y el destino me unió una noche de finales de septiembre.

Los momentos de debilidad son aquellos en los que más me da por pensar, esos en que el alma racional deja las emociones a parte y avanza. Y últimamente me ha dado mucho que pensar en quién te tiende la mano realmente. Tendemos a apreciar los grandes momentos, las grandes celebraciones. Tendemos a la magnitud sin valorar lo que realmente significa algo. Es el tópico aquel que dice: "valora los pequeños momentos", ese que cada día cobra más sentido. Estoy en un punto de mi vida en que aquello que me llega al alma son esas infusiones, la pomada o la miel que te ofrecen cuando estás enfermo, la frase sin sentido que te hace llorar de la risa o la propia risa de tu amigo, quien no puede parar de reír.

Al final, sólo recordaremos esas noches de viernes dónde nos dedicábamos a marear sin maldad alguna a unos niños de 16 años, o aquella mañana en que suspendieron las clases y, el mismo que pedía abrazos que alejasen su miedo a las tormentas, se tiraba a nadar al charco de la carretera. Seremos la añoranza de los intentos de un baile imposible o el simple hecho de sentarnos alrededor de una mesa y compartir cualquier cosa banal o transcendental de nuestro día.

Nunca pensé que me sucedería a mi. Nunca pensé que esta sería mi vida, mis recuerdos y mi historia. Puede que suene estúpido ser tan negativa y pensar que sólo unos pocos afortunados pueden ser felices, pero nunca ha sido habitual tanta buena gente a mi alrededor en este corto recorrido vital. Por eso os escribo. Por eso, esto va a vosotros.

A vosotros que me alegráis el día a pesar de lo poco que lo demuestro. A vosotros que me habéis cuidado sin yo pedirlo. A vosotros que habéis puesto mi rutina cabeza abajo. A vosotros: los que resistieron y resisten juntos.

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