FARSA


Ya no puedo más. No puedo continuar acostándome otro día a las tantas de la madrugada. No puedo continuar fingiendo que nada pasa, que nada me importa para luego encontrarme aquí, escribiendo otro drama más. Sinceramente, no quiero.

No quiero continuar dejándome la salud en algo que beneficiará a quienes no se lo merecen. Y dirás, la salud? No seas exagerada! Sí, la salud: el apetito, la vida, la alegría, las ganas de salir a la calle, el sueño, la estabilidad del pulso. Pero es el eterno drama: un capítulo más de esto a lo que llamo vida. No aprendo.

Parece mentira que esta sea la enésima vez que alguien se aprovecha de mi. Diría que me siento aliviada de que no sea a nivel personal, pero creo que me duele más que alguien me haga sentir culpable de haber hecho las cosas bien. Pensarás que debería sentirme satisfecha y no dejar que aquellos que defienden la ley del mínimo esfuerzo devastasen mi ser, pero hay veces en que el cansancio es tal que acabas por no saber si todo lo que sucede a tu alrededor es una verdad, o la ilusión de aquello a lo que no quieres enfrentarte. Desgraciadamente es real. Es real que la gente se aprovecha de quien trabaja y se deja la vida por ello. Es verdad que los que más tenemos que decir acabamos callando por evitar los conflictos. No debemos dejar que esto nos sobrepase, no debemos dejar que nadie nos pisotee de tal forma, pero hay a quienes valores como la empatía, la cooperación entre otros no se los debieron enseñar nunca.

Nada de todo esto tiene sentido. Nada de todo lo que acabo de soltar me hace ningún bien, pero hay veces en que darle vueltas a las cosas solo las empeora para ti. Mientras, ellos cenan felices y ven una serie de Netflix, sin olvidar que se van a dormir prontito porque mañana hay clase, esa que tu también tienes pero en la que apareces a punto de desfallecer. 

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